🇩🇪 ALTENA, ALEMANIA: LA CIUDAD QUE INTENTÓ CONVERTIR LA MIGRACIÓN EN UN MILAGRO Hace 10 años, una ciudad industrial alemana en apuros pensó que había encontrado una solución: más migrantes de los que el gobierno requería. Las casas vacías se llenaron, las aulas se reabrieron y la prensa aclamó a Altena como la historia de éxito de Merkel con su “Wir schaffen das”. Funcionó, en parte. Algunas familias prosperaron. Un refugiado se convirtió en enfermero, llamando a su anciano mentor alemán “Omi” (Abuela). Una familia siria abrió un supermercado. Los voluntarios decoraron apartamentos con muñecas para dar la bienvenida a los niños. Pero la realidad fue más dura. Muchos recién llegados se marcharon a ciudades más grandes. Los costos de bienestar aumentaron. Los locales comenzaron a quejarse: “Casi ya no se habla alemán.” Y el conservador AfD triplicó su cuota de votos. La población de Altena siguió disminuyendo, su base tributaria apenas se recuperó y el ambiente se volvió sombrío. Incluso su exalcalde fue apuñalado en un ataque con cuchillo debido a su política de refugiados. ¿El veredicto? La migración le dio a Altena momentos de esperanza, pero ninguna cura mágica. Como admitió el exalcalde: “Podemos hacerlo. Pero los críticos también tienen razón: Alemania no puede absorber esos números indefinidamente.” La ciudad sigue aquí, sigue disminuyendo, sigue dividida. Y se ha convertido en una parábola para Europa: la integración funciona a escala humana, pero la política, la economía y la demografía juegan con reglas diferentes. Fuente: Reuters