Cuando los precios caen, la gente tiende a dudar primero del proyecto, después del mercado y, por último, de sí misma. Pero si los fundamentos no han colapsado, si el equipo sigue trabajando y la comunidad sigue existiendo, lo único que se ha destruido es un precio temporal, no la trayectoria de valor a largo plazo. Lo que realmente te hace perderlo todo no es el mercado, sino la impaciencia de nuestra naturaleza humana. La posición es en realidad un espejo de la mentalidad; si se puede atravesar ciclos, depende de si se puede mantener la certeza sobre el valor en los mínimos. El precio puede distorsionarse temporalmente, pero el valor nunca desaparece de la nada. Solo aquellos que pueden mantener su fe merecen disfrutar de los beneficios del tiempo. La confianza y el consenso son más valiosos que el oro.