cuando dejé mi trabajo en una empresa de robots humanoides para comenzar un club de lucha de robots humanoides clandestino, casi nadie creía en mí o en esta idea. No tenía dinero para comprar robots y conocía a muy pocas personas que tuvieran la capacidad de conseguir robots. afortunadamente, pude encontrar lo mejor de lo mejor, nuestro equipo de ensueño. los soñadores siguen vivos y animados en esta ciudad de locura y guerra psicológica. aquellos que realmente están dispuestos a trabajar donde importa. el arte, los robots, el espectáculo, los guerreros. cada parte fue perfecta. el aire era eléctrico. San Francisco está vivo de nuevo. Hay mucho trabajo por hacer.